sábado, 4 de agosto de 2012

Domingo 18 Durante el Año - San Agustín



Jn 6,22-29: Apenas se busca a Jesús por Jesús

La multitud presintió un gran milagro. En efecto, vieron que a la barca sólo habían subido los discípulos y que allí no quedaba ninguna más. Llegaron otras barcas de Tiberiades al lugar cercano a donde habían comido el pan; la multitud se sube a ellas y va en busca de Jesús. Si Jesús no había subido con sus discípulos y allí no había ninguna otra barca, ¿de qué modo había atravesado Jesús tan rápidamente el mar, sino caminando sobre él para mostrar un milagro?

Cuando la multitud le encontró .... Ved que se presenta a la multitud, de la que se había alejado huyendo al monte por temor a que lo raptasen. Sin lugar a duda nos confirma e indica que todo ello estaba dicho indicando un misterio y que se hizo simbólicamente para significar algo. Ved que quien se había alejado de la multitud, huyendo al monte, ahora está hablando con ella. Que le prendan ahora y le hagan rey. Le encuentran al otro lado del mar y le preguntan: Rabí, ¿cuándo has llegado acá?

Después del milagro indicador de un misterio, hace uso de la palabra con la intención de alimentar, en la medida de lo posible, a los mismos que ya había alimentado; de saciar con sus palabras las mentes de aquellos cuyos vientres había saciado ya abundantemente con el pan. Todo a condición de que lo entiendan; y si no lo entienden, que se recoja para que no perezcan ni las sobras siquiera. Hable, pues; nosotros oigámosle con atención.

Jesús les contestó y les dijo: en verdad, en verdad os digo que vosotros me buscáis, no por los signos que habéis presenciado, sino porque habéis comido del pan que os di (Jn 6,26). Me buscáis por la carne, no por el espíritu. ¡Cuántos hay que no buscan a Jesús más que por los beneficios temporales! Tiene uno un negocio, y busca la mediación de los clérigos; otro es perseguido por alguien más poderoso que él, y se refugia en la Iglesia. No faltan quienes piden que se les recomiende a una persona ante la que tiene poco crédito. Unos por unos motivos, otros por otros, llenan todos los días la Iglesia. Apenas se busca a Jesús por Jesús. Me buscáis, no por los signos que habéis presenciado, sino porque habéis comido del pan que os di. Trabajad por el pan que no perece, sino que permanece hasta la vida eterna. Me buscáis por algo distinto a mí, buscadme por mí mismo.

Ya insinúa ser él este manjar, como se ve con más claridad en lo que sigue: Que el hijo del hombre os dará. Pienso que ya estabas esperando comer otra vez pan, sentarte y saciarte de nuevo. Pero él había hablado de un alimento que no perece, sino que perdura hasta la vida eterna. Es el mismo lenguaje que había usado con la mujer samaritana: Si conocieras quien te pide de beber, seguramente se lo pedirías tú a él, y te daría agua viva. La mujer le dijo: ¿Tú? ¡Pero si no tienes con qué sacar el agua y el pozo es profundo! Jesús le responde: Si conocieras quien te pide de beber, se lo pedirías tú a él, y te daría agua que quien la bebe no tendrá ya jamás sed; mientras que el que bebe de este agua, volverá a tenerla (Jn 4,10). La mujer se alegra y manifiesta su deseo de recibirla, como si así no tuviese que padecer más la sed del cuerpo, ella que se cansa con la fatiga de sacarla. Así, entre diálogos, la lleva a la bebida espiritual. Exactamente lo mismo sucede aquí.

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