sábado, 19 de marzo de 2011

2º Domingo de Cuaresma

el domingo de la transfiguración

podés descargar el capítulo del libro Jesús de Nazaret, del Joseph Ratzinger-Benedicto XVI donde trata este tema haciendo clic aquí

Reflexión del P. Aldazábal

En el programa de las lecturas dominicales de Cuaresma, las de hoy nos presentan: a) el segundo momento de la historia de la salvación, la vocación de Abrahán y el inicio del pueblo elegido; b) en la línea cristológica de los evangelios, la Transfiguración, contada por Mateo; c) la lectura de Pablo prepara el mensaje evangélico (la gracia que se nos manifiesta en Cristo) y a la vez hace eco a la primera lectura (Timoteo, como Abrahán, encontrará dura su misión).

Si el domingo pasado se nos presentaba un programa de lucha, hoy, sin olvidar la seriedad del camino, se nos propone el destino de luz y de vida, de transformación y Pascua al que estamos llamados. Para ambientarnos en la teología de la Transfiguración, podríamos leer las amables páginas que el Catecismo le dedica (CCE 554-556).

- EL DIFÍCIL CAMINO DE ABRAHÁN

El segundo "capítulo" de la historia de la salvación es el de la vocación de Abrahán. Es el primer modelo viviente que se nos presenta para nuestra Cuaresma de este año. Un hombre ya mayor, que vive en una sociedad pagana y politeísta, es llamado por Dios. Tiene que "salir" (=éxodo), pero sin saber de momento a dónde se dirige. Recibe dos promesas: que tendrá una tierra propia y una larga descendencia. Pero son promesas difíciles de realizarse. Abrahán se fía de Dios, sale de su tierra y se pone en camino. Tiene mérito: con razón es considerado como el modelo y padre de los creyentes. Por su fidelidad, en él "serán benditas todas las familias de los pueblos" y tendrá su origen el pueblo elegido de Dios.

- CRISTO MARCHA A SU PASCUA

Abrahán era el tipo y la figura. La verdad plena está en el auténtico guía del Pueblo de Dios: Cristo Jesús. El mejor modelo de nuestro camino. La misión de Jesús es dura. Es subida a Jerusalén en el sentido físico y en el simbólico: camina a la cruz, a la muerte. Es un camino serio, de dolor y solidaridad hasta las últimas consecuencias, de recia fidelidad. Cristo condensa en sí todas las "cuaresmas" difíciles del Antiguo Testamento: Moisés y Elías, que supieron de largos caminos de búsqueda y esfuerzo por cumplir una misión, están ahora acompañando a Cristo y dialogan con él sobre lo que va a suceder en Jerusalén.

Eso sí: la escena de hoy nos asegura la victoria final. La cruz llevará a la nueva Vida. La Cuaresma, a la Pascua plena. La Transfiguración, que hace entrever a los tres apóstoles la gloria, es como una garantía del destino pascual. El duro camino se ve animado por una teofanía y por un testimonio luminoso (en Mateo todo es luminoso: el rostro de Jesús, sus vestidos, la nube): la palabra autorizada del Padre: "éste es mi Hijo... escuchadle". A Abrahán, y a Cristo, y a los discípulos, la palabra de Dios les sostiene en la fatiga del camino.

- PABLO, TIMOTEO Y NOSOTROS

La vocación de Abrahán fue difícil. Como la de Cristo. Y ambas proyectan su mensaje sobre la Iglesia y sobre cada uno de nosotros. Pablo le recuerda a Timoteo: "Toma parte en los duros trabajos del Evangelio". También la vocación de Timoteo será difícil. Nunca es sencillo, en este mundo, ser cristiano y trabajar por el Evangelio: su estilo siempre será contra corriente. También para nosotros. El camino cristiano es, muchas veces, camino de cruz y de éxodo: tendremos que "salir" de situaciones en las que estamos demasiado cómodamente instalados, para buscar los caminos de Dios.

Por eso, la confianza que nos da la gloria entrevista en el monte es fuente de fidelidad y perseverancia. No nos quedaremos en la montaña, haciendo tres tiendas, entusiasmados por la dulzura del momento. Bajaremos al valle a seguir trabajando. Pero la experiencia no habrá sido inútil. Ni para Cristo ni para nosotros.

Éste es el camino de la Pascua y su proyecto de transformación. La lucha que se nos anunciaba el domingo pasado queda completado por el destino que hoy se nos promete. Todo el camino queda iluminado por la esperanza pascual. Cristo "destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal".

La Eucaristía que celebramos, en la que "escuchamos a Cristo", como se nos invitaba a hacer en el evangelio, y en la que se nos comunica la fuerza y la gracia que Pablo prometía a Timoteo de parte de Dios, es nuestro mejor "viático", alimento para el camino, en nuestra subida a la Pascua.

J. ALDAZÁBAL
MISA DOMINICAL 1999/03-47

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